Al caballero Arnaldo le gustaba comer las setas asadas con la salsa de la carne los domingos. Era el día que Arnaldo lo dedicaba a la caza y a las tareas del campo. Solía regresar a casa a la hora nona, con un par de piezas sobre sus hombros y con la ropa sucia de haber pasado gran parte de la jornada tumbado en el suelo. Cuando salía de casa bien temprano le dejaba una nota a la cocinera que decía: "Sofía, haz salsa en abundancia, me pasaré por la casa de Damián para recoger la hogaza de pan".
Pero aquel día, cuando Arnaldo volvía de su caza rutinaria algo le llamó la atención nada más entrar en su casa... ¡no olía a salsa! y... ¿dónde estaba la cocinera?
Arnaldo buscó por todas partes.
- ¡Sofíaaaaaa!, gritó Arnaldo.
- ¡Socorroooooo!, ¡ayudame Arnalditoooo!, ¡no puedo salir de aquí!.
Unos ladrones habían entrado en la casa del caballero, y para poder andar a sus anchas, decidieron encerrar a Sofía en un cuartito.
Arnaldo corriendo fue a sacar a Sofía:
- Sofía ¿estás bien? ¿qué ha pasado? - preguntó Arnaldo.
Sí, estoy bien, pero ha ocurrido algo gravísimo - contestó Sofía.
Entraron unos bandidos y subieron al desván. Yo traté de impedírselo pero me ataron y me encerraron aquí. ¡Señor subieron al desván y lo han visto todo! A estas horas lo sabrá ya todo el pueblo, nos han descubierto...
Arnaldo al ver que le habían robado su secreto empezó a chillar y a ponerse furioso porque no entendía como los ladrones no le habían dejado ni su receta secreta para su plato preferido (setas asadas con la salsa de la carne) por lo que decidió ponerse su armadura preferida -esa que de tantas batallas le había salvado la vida-, montarse sobre su fiel caballo Lucero, pasearse por todo el pueblo, e intimidar así a las personas que se dieran por aludidas. Estaba decidido. Sin embargo, había un problema... no encontraba su yelmo...
lunes, 29 de noviembre de 2010
Mi hermano
"Nunca le perdoné a mi hermano gemelo que me abandonara durante siete minutos en la barriga de mamá, y me dejara allí, solo, aterrorizado en la oscuridad, flotando como un astronauta en aquel líquido viscoso, y oyendo al otro lado cómo a él se lo comían a besos.
Fueron los siete minutos más largos de mi vida, y lo que a la postre determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá.
Desde entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa, del colegio, de misa, del cine... aunque ello me costara el final de la película... No quería sentir aquello tan desagradable otra vez. Habíamos compartido algo más que un líquido viscoso. Durante 9 meses compartimos el cariño de mamá y papá, de los abuelos, estábamos siempre juntos... La verdad es que nunca llegué a hablar con Pablo sobre esto, tal vez él también se sintió sólo ahí fuera, ¡tal vez él también pasó miedo!. Nunca me contó nada, nunca me dijo qué sintió al salir antes que yo."
Fueron los siete minutos más largos de mi vida, y lo que a la postre determinarían que mi hermano fuera el primogénito y el favorito de mamá.
Desde entonces salía antes que Pablo de todos los sitios: de la habitación, de casa, del colegio, de misa, del cine... aunque ello me costara el final de la película... No quería sentir aquello tan desagradable otra vez. Habíamos compartido algo más que un líquido viscoso. Durante 9 meses compartimos el cariño de mamá y papá, de los abuelos, estábamos siempre juntos... La verdad es que nunca llegué a hablar con Pablo sobre esto, tal vez él también se sintió sólo ahí fuera, ¡tal vez él también pasó miedo!. Nunca me contó nada, nunca me dijo qué sintió al salir antes que yo."
viernes, 26 de noviembre de 2010
Premio Cervantes 2010: Ana Mª Matute

La autora de «Pequeño teatro» o «Algunos muchachos» todavía recuerda que fueron las lecturas de los cuentos de los hermanos Grimm y de Andersen las que la animaron a probar suerte en el terreno de la narrativa, aunque también hubo otras influencias directas. "Aún recuerdo los cuentos que me contaban mi querida cocinera Isabel y mi tata Anastasia. La cocinera me explicaba historias espeluznantes, pero me encantaban como a todos los niños a los que les gustan los cuentos de miedo".
A la edad de 17 años escribió su primera novela, «Pequeño teatro», publicada 11 después y con la que se convirtió en la primera mujer ganadora del Premio Planeta en 1954. Después llegó «Los Abel», novela finalista del Nadal en 1947. Matute llevó a cabo su labor docente fuera de España: en la Universidad de Indiana, en la de Oklahoma y en la de Boston, donde conservan sus manuscritos en la colección Ana María Matute. Desde 1996 es miembro de la Real Academia Española, convirtiéndose así en la tercera mujer en ocupar un sillón. Tras de sí tiene una ingente producción literaria que ha sido traducida a 23 idiomas. En 1984 recibió el Nacional de Literatura Infantil y Juvenil y en 2007 el Premio Nacional de las Letras Españolas al conjunto de su labor literaria. Tras permanecer casi dos décadas en silencio volvió a la literatura en 1993 para publicar la versión original de «Luciérnagas» y luego vinieron «Olvidado Rey Gudú», «Cuentos del mar», «Aranmanoth», «Paraíso inhabitado» y «La Puerta de la luna».
"He hecho lo que me ha gustado y no he fracasado en esto. Ya estoy trabajando en una nueva novela, de la que no puedo dar demasiados detalles. Tengo necesidad de escribir este libro al igual que me pasaba con los otros. Lo tengo todavía en la cabeza. Nunca sé lo que puede durar un libro. Es un misterio. La vida es mágica y eso también es magia". Siempre a mano, en un cuaderno, como llegó por primera vez a la redacción de la revista «Destino».
Hoy, varias décadas más tarde, Matute ha logrado la gloria del Cervantes. Enhorabuena Matute.
jueves, 25 de noviembre de 2010
Cómo dibujar un paisaje

Aquí queda esta estupenda poesía para trabajarla con los peques en cualquier momento.
Un paisaje que tenga de todo,
se dibuja de este modo:
Unas montañas,
un pino,
arriba el sol,
abajo un camino,
una vaca,
un campesino,
unas flores,
un molino,
la gallina y un conejo,
y cerca un lago como un espejo.
Ahora tú pon los colores;
la montaña de marrón,
el astro sol amarillo,
colorado el campesino,
el pino verde,
el lago azul
-porque es espejo del cielo como tú-,
la vaca de color vaca,
de color gris el conejo,
las flores...
como tú quieras las flores,
de tu caja de pinturas.
¡Usa todos los colores!
se dibuja de este modo:
Unas montañas,
un pino,
arriba el sol,
abajo un camino,
una vaca,
un campesino,
unas flores,
un molino,
la gallina y un conejo,
y cerca un lago como un espejo.
Ahora tú pon los colores;
la montaña de marrón,
el astro sol amarillo,
colorado el campesino,
el pino verde,
el lago azul
-porque es espejo del cielo como tú-,
la vaca de color vaca,
de color gris el conejo,
las flores...
como tú quieras las flores,
de tu caja de pinturas.
¡Usa todos los colores!
Gloria Fuertes. La Oca Loca
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