Hoy mamá ha venido a despertarme muy pronto, ¡para un día que no tengo clase! Me ha sentado muy mal pero me ha pedido por favor que la acompañase a comprar las últimas cosas para esta noche. Papá siempre le dice que no deje las cosas para el último momento, que luego está todo lleno de gente, pero ella dice que siempre puede encontrar alguna oportunidad en la pescadería.
Mamá dice que estos días la gente se vuelve loca con las compras, y hace cosas que no hacen normalmente. Hemos comprado dos pollos y un redondo de ternera. Mamá me ha dicho que la ayude a prepararlo porque Clara aún es muy pequeña, y los abuelos llegarán más tarde.
En la pescadería nos hemos entretenido un montón, había más gente que en ningún sitio y encima se han acabado las cigalas que mamá quería comprar. Pero ha sido lo que más me ha gustado de toda la mañana. A pesar del nauseabundo olor del lugar no he dejado de mirar el color tan llamativo del marisco, y además uno de los pescaderos me ha regalado un cangrejo.
Al llegar a casa le he metido en un tarro de cristal con un poco de sal. Le falta una pata, es negro y su concha es muy áspera. Se lo he enseñado a Clara y se asustado y papá me ha dicho que le vamos a construir una pecera más grande. Clara quería ponerle nombre y se nos ha ocurrido Rodolfo. Mamá nos ha dicho que no le cojamos mucho cariño porque lo va a echar a la paella cualquier día, no le gustan los animales.
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