Hoy ha sido Nochevieja pero me encuentro muy triste. Me encuentro más triste que cuando el camión de los helados atropelló a Tobi mientras jugábamos Paula y yo en el porche, y mucho más triste que cuando Papá y el tío Jesús se enfadaron en las vacaciones de Semana Santa y se dijeron que nunca más volverían a coincidir en el mismo sitio. Estos tres días han sido los peores días de este año, ojalá este año no sea tan malo.
Hoy Clara no está en casa. Está ingresada en el hospital porque esta mañana le dolía mucho la tripa y encima le ha empezado a entrar fiebre. Mamá estaba muy asustada, todos estábamos muy asustados porque Clara no paraba de tocarse la tripa y llorar. No lloraba como otras veces. Papá ha reaccionado muy rápido y le ha dicho a mamá que se iban al hospital porque esto no parecía cualquier dolor. Yo pensaba que me estaban gastando una broma porque Clara se ha levantado hoy muy juguetona conmigo pero cuando mamá ha llamado al abuelo para que viniese a buscarme me he dado cuenta que era en serio.
Papá y mamá se estaban poniendo más nerviosos porque Clara no mejoraba y el abuelo no aparecía, papá le estaba llamando cada dos minutos al móvil pero como siempre lo lleva sin sonido no se entera de nada. Cuando por fin ha llegado se han ido todos muy deprisa, me hubiese gustado darle un besito a Clara para que se fuese más tranquila, pero no ha podido ser. Me hubiese gustado que pasásemos el último día del año juntos.
El abuelo me ha dicho que seguramente tendría alguna obstrucción en la tripa y por eso no podría hacer caca. En estos días se comen muchas cosas que no se comen otros días y habría comido algo que le ha sentado mal.
Cuando íbamos los dos en el coche me ha dicho que jugásemos a un juego, que consistía en recordar las tres mejores cosas que nos han pasado a cada uno en este año y la verdad es que me he distraído bastante, el viaje se me ha hecho muy corto.
Lo mejor que le ha pasado al abuelo es que la selección española ha ganado el mundial de fútbol, dice que no recuerda un momento de alegría tan grande, que eso es historia, y creo que es verdad. Esa ha sido también una de las mejores cosas que me han pasado a mí este año, y reconozco que me hubiese gustado mucho haber ido a África a ver algún partido con papá, pero me dijo que costaban mucho dinero los billetes de avión y teníamos que ahorrar porque estábamos en crisis.
Otra de las mejores cosas que me ha pasado este año fue a principios de curso, en septiembre, cuando apareció en clase una chica nueva, Rosa. Desde entonces no he parado de pensar en la penetrante mirada de sus ojos grandes y azules. Y la última cosa buena que le he contado al abuelo es que en el segundo trimestre, nos tocó sentarnos juntos a Rosa y a mí. Me hubiese gustado haberle dado la carta que escribí para ella en el primer trimestre, pero todavía no me he atrevido. Cuando se lo he contado al abuelo se ha reído un montón y me ha contado algunas cosas que hacían él y la abuela cuando eran novios. Tenían que verse antes de ir a trabajar al campo, se levantaban con la resonante voz y el agudo sonido del silbato del sereno.
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